El cáncer no siempre necesita quimioterapia: otros tratamientos

cáncer de tiroides

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El cáncer es una palabra que sigue asustando mucho en la actualidad pero, como señala Julio de la Torre, profesor, enfermero y coordinador de investigación de la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia ‘San Juan de Dios’, de la Universidad Pontificia Comillas, y director de la revista oficial de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), “el profesional de enfermería acompaña mucho y muy bien, ayuda a poner las cosas en su sitio, a definir el alcance del diagnóstico y el posible impacto de los tratamientos, si los hay. Además, en la actualidad y gracias a los avances en medicina personalizada, como es el uso de las plataformas genéticas de diagnóstico, hay muchos pacientes que no llegan a recibir quimioterapia, y eso es un mensaje que aún no ha calado en la sociedad”.

El papel de la enfermería en este proceso es fundamental, ya que atiende al paciente desde el primer momento y durante todos los procesos de la enfermedad. Este profesional es un gran apoyo en el plano psicológico con acciones de soporte, acompañamiento, resolución de dudas, etc. que van más allá del tratamiento… Como señala De la Torre, “la enfermera es el profesional de primera línea más presente y con más tiempo a pie de cama, con lo cual, habitualmente, tiene oportunidades para el trato cercano, sincero y profesional”. A nivel técnico, nos explica que la capacitación de enfermeras para trabajar con agentes antineoplásicos, quimioterapia y otros medicamentos de nueva incorporación al arsenal terapéutico, “hacen que seamos pieza clave en el equipo que atiende al paciente, junto con el oncólogo médico y oncólogo radioterapéutico. Y no solamente es la administración y manejo de esos medicamentos, es el manejo y control de efectos adversos, y la cada vez mayor especialización en investigación, trabajando en los equipos de ensayos clínicos, como coordinadores de estudio, realizando las pruebas de farmacocinética, farmacogenética, biopsias, etc.”

Humanización y personalización

Cómo afrontar esta enfermedad el algo que siempre se ha debatido y estudiado. Como además vocal de la SEEO con más de 20 años de experiencia en la oncología “sobre el terreno”, Julio de la Torre considera que “no debemos dar muchos consejos con respecto a la actitud o al afrontamiento, nuestro papel es el de acompañar, modular emociones del paciente y procurar que se pueda afrontar y encarar la enfermedad con realismo y con calma. Intentamos quitar miedos cuando explicamos procesos, técnicas y expectativas”

Además, en el caso del cáncer “no hay un tipo de paciente estandarizado, o con un perfil global, sino que el trabajo con el paciente oncológico debe ser personalizado y único: lo podemos tener cualquier persona en cualquier momento, y eso hace que, de repente, nuestra vida sufra un receso, muy parecido al de cualquier enfermedad que tenga cierto impacto (como un accidente cerebrovascular, o un infarto de miocardio), afirma este enfermero. La gestión de ese impacto en un primer momento, y el seguimiento de la misma, hace que la vivencia de la enfermedad sea más llevadera o si se prefiere, menos angustiosa. Por otra parte, hay pacientes con otros muchos diagnósticos y enfermedades, a los que se suma el cáncer”.

La importancia de la formación

Como docente de la Escuela de Enfermería y Fisioterapia “San Juan de Dios”, Universidad Pontificia Comillas, es consciente de la dificultad que supone poder enseñar y transmitir empatía u otros valores que van de lo personal a lo profesional en las aulas. Por ello, asegura que “además de un extenso contenido de teoría, intentamos ofrecer recursos y herramientas prácticas para el trabajo con pacientes”. Por una parte, se trabajan aspectos de conocimiento, es decir, “el profesional bien preparado en aspectos técnicos está seguro de sí mismo y de lo que debe hacer en su trabajo: trasmite esa seguridad a pacientes, familia y compañeros que deben sentirse cómodos, puesto que nuestro trabajo es concreto y especial (por las condiciones especiales de la medicación que manejamos). Por otro lado, eso no quita ni descuida aspectos de manejo psicológico, trato empático y acompañamiento, incluido a veces, el espiritual”.

Cuando se trata de pacientes en casos avanzados y deterioro físico, “trabajamos como con el resto de pacientes aplicando las mejores medidas de soporte a nivel físico y técnico que no son óbice para que trabajemos de forma muy cercana al paciente, cuidando el ofrecer nuestra mano, el apoyo o el consuelo de un abrazo o un beso si es preciso”. “No se entiende una profesión como la nuestra sin el amor (en un sentido amplio) hacia el paciente” enfatiza.

El papel del cuidador

En todo este proceso, el trabajo con la familia “es una extensión del trabajo con el paciente. A todos ellos también hay que acompañar, cuidar y ofrecer programas de educación para la salud. Hacer que la familia se sienta partícipe del proceso del cuidado y de ayuda en la toma de decisiones que puedan afectar al paciente es importante”.

El papel de la familia ha de ser de apoyo incondicional, y suele serlo hasta el punto de vivir una situación que trasciende lo personal para convertirse en un asunto familiar, pero el cuidador “también debe ser cuidado y cuidarse: es importante no descuidar al cuidador principal y a los acompañantes, trabajar para que tengan sus momentos de respiro y descanso, y ahí las administraciones pueden hacer mucho en ese sentido”.

Una especialidad muy demandada

Julio de la Torre asegura que “la enfermería oncológica es, sin reconocimiento oficial, una de las especialidades más demandadas por los gestores, si bien a nivel académico o de especialidades, aunque nos queda un largo camino por recorrer”. Sin embargo este investigador es consciente de que “se dan pasos importantes en ese sentido”. Movimientos a nivel europeo, con participación española y de la Sociedad española de Enfermería Oncológica, han publicado una serie de características y valores de la esa posible y esperable especialización. “Y seguiremos trabajando en ello, por el bien del paciente, para que sea atendido por el mejor profesional posible”, asegura.

Pero reconoce que desde la perspectiva que le da la experiencia, su trayectoria como docente y como vocal de la junta directiva la SEEO, “por muchos avances posibles y en los que estamos muy involucrados a nivel de investigación, siempre nos queda mucho por hacer, tanto en nuestro país, mejorando la asistencia y la atención continuada de nuestros pacientes, como la que hacemos mirando al sur, a países donde no hay recursos ni diagnósticos ni terapéuticos adecuados y por los que tenemos que trabajar de forma intensa”. Como ejemplo de esta llamada de atención, la última presentación de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica en el Congreso ESMO (Congreso Europeo de Oncología Médica).

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